"Es nuestra fiesta nacional y eso es lo que os jode, ¡Nacional de España!" (Publico.es 03/08/10). Qué excusas se pueden utilizar para justificar el mal gusto por la sangre, el dolor y el sufrimiento de un animal para satisfacer algún sentimiento que solo puedo calificar como oscuro y deleznable. No hay nada bueno en una actividad que aplaude y arenga la tortura, el maltrato y rompe en aplausos cuando concluye con la muerte de un animal, con el único objetivo de servir como diversión y entretenimiento. Y lo califico como actividad porque asumir que puede considerarse fiesta o espectáculo (con la connotación que llevan ambas palabras de diversión), seria equipararlo a una obra de teatro, una competición atlética o una buena tertulia de taberna.
Otra excusa esgrimida es la de la tradición, concepto en el que cabe y se ampara cualquier cosa por ruin y salvaje que sea. La tradición, como “paso de generación en generación de hechos históricos o socioculturales”, se debe aprovechar para transmitir valores más provechosos que sirvan a la siguiente generación a avanzar como sociedad, impidiendo su anquilosamiento y estancamiento en el tiempo. Si no tenemos la capacidad de diferenciar, como personas racionales y con conocimiento, que tradiciones merece la pena recordar y cuales hay que dejar como parte de la historia, todavía seguiríamos manteniendo los circos romanos, vitoreando a los gladiadores y aplaudiendo a leones que devoran gente.
La justificación de “fiesta nacional”, es cuanto menos insultante, desde el momento en el que esta coletilla pretende dar por hecho que todos los ciudadanos admitimos que el maltrato a los toros se puede considerar fiesta y nos gusta. Dato muy lejos de la realidad cuando la última encuesta Gallup refleja que hay un 31% de españoles interesados por las corridas de toros, certificando el continuo descenso del interés por esta barbarie desde los años 70. Una encuesta de Metroscopia para El País publicada el 1 de agosto de 2010 cuantifica en un 37% los que se declaran aficionados a los toros.
L a prohibición o más bien la abolición a las corridas de toros llega a través de Iniciativa Legislativa Popular, avalada por 180.000 de ciudadanos (se requiere un mínimo de 50.000 firmas), tres meses de debate y una votación en el Parlament Catalá.
La obligación o más bien la imposición de que para ser español tiene que gustarte los toros, el futbol y la tortilla de patata, está sustentada en la corrida mental de unos pocos iluminados. Español solo se define por haber nacido en España, sin más pajas mentales.
Y qué decir del miedo a la ruptura de España se contestara sola cuando el nacionalismo españolista exacerbado de esos pocos iluminados termine destruyendo la convivencia de los distintos pueblos del estado. Utilizar e infundir un miedo que carece totalmente de argumentos, para decantar a una parte de la ciudadanía hacia una opción política, intentando dejar en segundo lugar el verdadero motivo (violencia y maltrato de un animal por diversión) de la abolición de las corridas de toros, solo demuestra la calaña y la bajeza de algunos de los que pretenden dirigir nuestros designios.
Y no voy a pararme en quien lo justifica con el argumento de que los toros nacen para morir en la plaza, porque tal grado de ignorancia y nulidad mental solo me produce tristeza.
Argumentos como la tradición, “fiesta nacional”, espectáculo, ¿¿“arte”??, etc. no legítima la violencia y la agresión a un animal como forma de diversión.
Ojala esto sirva como primer paso para terminar con el maltrato animal en todas sus formas y en todos los contexto en los que se produzca.
Otra excusa esgrimida es la de la tradición, concepto en el que cabe y se ampara cualquier cosa por ruin y salvaje que sea. La tradición, como “paso de generación en generación de hechos históricos o socioculturales”, se debe aprovechar para transmitir valores más provechosos que sirvan a la siguiente generación a avanzar como sociedad, impidiendo su anquilosamiento y estancamiento en el tiempo. Si no tenemos la capacidad de diferenciar, como personas racionales y con conocimiento, que tradiciones merece la pena recordar y cuales hay que dejar como parte de la historia, todavía seguiríamos manteniendo los circos romanos, vitoreando a los gladiadores y aplaudiendo a leones que devoran gente.
La justificación de “fiesta nacional”, es cuanto menos insultante, desde el momento en el que esta coletilla pretende dar por hecho que todos los ciudadanos admitimos que el maltrato a los toros se puede considerar fiesta y nos gusta. Dato muy lejos de la realidad cuando la última encuesta Gallup refleja que hay un 31% de españoles interesados por las corridas de toros, certificando el continuo descenso del interés por esta barbarie desde los años 70. Una encuesta de Metroscopia para El País publicada el 1 de agosto de 2010 cuantifica en un 37% los que se declaran aficionados a los toros.
L a prohibición o más bien la abolición a las corridas de toros llega a través de Iniciativa Legislativa Popular, avalada por 180.000 de ciudadanos (se requiere un mínimo de 50.000 firmas), tres meses de debate y una votación en el Parlament Catalá.
La obligación o más bien la imposición de que para ser español tiene que gustarte los toros, el futbol y la tortilla de patata, está sustentada en la corrida mental de unos pocos iluminados. Español solo se define por haber nacido en España, sin más pajas mentales.
Y qué decir del miedo a la ruptura de España se contestara sola cuando el nacionalismo españolista exacerbado de esos pocos iluminados termine destruyendo la convivencia de los distintos pueblos del estado. Utilizar e infundir un miedo que carece totalmente de argumentos, para decantar a una parte de la ciudadanía hacia una opción política, intentando dejar en segundo lugar el verdadero motivo (violencia y maltrato de un animal por diversión) de la abolición de las corridas de toros, solo demuestra la calaña y la bajeza de algunos de los que pretenden dirigir nuestros designios.
Y no voy a pararme en quien lo justifica con el argumento de que los toros nacen para morir en la plaza, porque tal grado de ignorancia y nulidad mental solo me produce tristeza.
Argumentos como la tradición, “fiesta nacional”, espectáculo, ¿¿“arte”??, etc. no legítima la violencia y la agresión a un animal como forma de diversión.
Ojala esto sirva como primer paso para terminar con el maltrato animal en todas sus formas y en todos los contexto en los que se produzca.
EL MALTRATO NO ES CULTURA
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